La madera: material para fabricación de ventanas
La madera es junto con la piedra uno de los primeros elementos constructivos empleados por el hombre. Es un recurso natural que debe ser explotado con cuidado a fin de evitar la deforestación descontrolada causando un impacto negativo en el medio ambiente.
La madera está formada por fibras de celulosa unidas mediante una sustancia llamada lignina.
Se emplea más la mitad de la producción de la madera como leña para combustible y el resto, casi a partes iguales, en construcción de viviendas, fabricación de mobiliario y elaboración de papel.
Las madera duras son aquellas provenientes de árboles como el Roble, el Nogal, la Caoba o la Encina entre otros. Por otra parte, las maderas blandas son las que se obtienen de las coníferas como el Pino y el Abeto. Las maderas blandas son ás abundantes, más económicas, más fáciles de trabajar y de tratar contra los agentes xilófagos.
Es un mal conductor de calor y electricidad, por lo que resultan un excelente aislante térmico. La densidad de la madera de pino seca suele estar alrededor de los 560 Kg/M3 y la del Iroko ronda los 670 Kg/M3.
Al ser un elemento orgánico, la madera debe ser tratada para evitar la acción de aquellos organismos que se alimentan de ella (xilófagos) y de la putrefacción por hongos Para ello se les dan tratamientos específicos que nos permiten disponer de la madera por cientos de años como o atestiguan muchas viviendas de madera con más de un siglo de vida.
las maderas empleadas en la fabricación de las ventanas que comercializamos procede de explotaciones controladas a fin de garantizar el uso racional y la reposición de árboles. Es tratada contra insectos xilófagos y se le da un acabado con barnices al agua, logrando una durabilidad de más de cinco años.
Para el mantenimiento de las ventanas bastará con el empleo de agua, jabones neutros y aceites protectores. No deben utilizarse productos corrosivos de base ácida o amoniacal. Es recomendable realizar una restauración de la capa externa de la ventana después de cinco años, si bien ello dependerá de las condiciones particulares de exposición de la ventana.